lunes, 8 de marzo de 2010

1. Una nueva aventura...

Comenzar un diario en forma retrospectiva, con 7 semanas de desfase temporal, me produce un sentimiento de remembranza... Una sensación evocado de un pasado inmediato que todavía huele a vigencia presente...
En los primeros días de enero, recibí alegremente la notificación que me volvían a asignar como docente del grupo de la Generación M de la Licenciatura en Psicología Educativa, en el Campus La Villa de la Universidad ICEL. Sería la tercer asignatura que les imparto de manera consecutiva, y la primera verdaderamente de mi interés académico personal.
El cambio de área de la Educación Especial y las Necesidades Educativas Especiales a la Psicología del Desarrollo Humano (específicamente en la edad adulta), me sorprendió al principio, aunque la recibí con gran alegría. Hace mucho que me he enfocado en lo que se denomina la "mayoría normal" de los seres humanos y quienes por alguna razón física o psicológica pertenecen a las "minorías marginales", no son de mi interés académico-profesional... No obstante, los dos tres cuatrimestres que impartí materias en el área de la Educación Especial y las Necesidades Educativas Especiales, lo hice con todo el profesionalismo que pude.
Sin embargo, ahora la nueva aventura era con respecto al desarrollo humano de la vida adulta. Siendo adultos mis 11 estudiantes (10 mujeres y un varón de entre 19 y 31 años de edad) y siendo adulto hace más de dos décadas el del habla, el curso se planteó desde una perspectiva mucho más reflexiva (en el sentido de la reflexividad integral y no sólo de la reflexión cognoscitiva) y auto-reflexiva. En síntesis: una gran oportunidad de combinar teoría, aplicación y práctica.

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